LA ATENCIÓN padece insomnio

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LA ATENCIÓN padece insomnio. 
La cabeza del año duele. 
El sol no da de beber.

Da igual que les adviertas 
o no: los infieles no creen.

Joven bereber, vuelves del ocio elemental
del sueño, sorbes té: he visto a tus gemelas 
apalear olivos en ausencia de jardines… 

Los ciclos celestes han de ser alterados. 

Hija de hijas de Kahina, no admites 
fotografías: bendices, obedeces, 

saludas, mientes. Instituyes
ramificaciones retóricas de pudor 
al desnudarte. 

Dios —alabado sea— está donde los niños 
retan a igualarles en perplejidad 

y moscas, donde el río Hajaj 
respira seco como aliento con salud. 

Los ciclos celestes han de ser alterados, 
los mitos lunares han de ser alterados. 

Dios —exaltado sea— se escurre
de lo alusivo a lo concreto, del ojo 

al tacto, para que mi hedonismo alcance 
nombres bellos: As Sabur, el Paciente, o 
At Tawab, el que se vuelve hacia quien lo busca.

Yo digo: 
busca en quien eras antes de encontrarme.

No tengo ojos que infligir 
a las visiones que mereces 

o no mereces, ¿cómo podría 
dar sin recibir
o recibir sólo lo acordado?

Que mi batiburrillo de modestia 
sea lo prescindible en tiempo 
de guerra, 
dijiste:
¿cuánto error constituye 
una cesta improvisada sobre un mantel 
y tierra puesta ahí para que los niños 
corran?

Canino (Pre-Textos: Valencia, 2018).